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MUNAL: MUSEO NACIONAL DE ARTE.

  • Foto del escritor: xolocultura
    xolocultura
  • 29 feb 2020
  • 3 Min. de lectura

El Museo Nacional de Arte (Munal) de México, está localizado en el centro histórico de la Ciudad de México. Está ubicado en un edificio marcado con popel número 8 de la calle de Tacuba, en la plaza Manuel Tolsá. Alberga una colección representativa de arte mexicano, desde la era virreinal hasta la década de 1950.

El edificio en el que se encuentra, es el Palacio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, edificio de arquitectura ecléctica, muy común a principios del siglo XX, pero predominantemente neoclásico y renacentista. El edificio fue destinado al Museo Nacional de Arte en 1982, y restaurado en 1997.


Es fácilmente identificable por la gran estatua ecuestre de Carlos IV de España, quien fue un monarca español justo antes de que México ganara su independencia. La estatua, comúnmente conocida como El Caballito, originalmente estaba en la plaza del zócalo, pero fue movida a diferentes lugares. De acuerdo a la placa en su base, México la conserva, no como señal de alabanza a un rey español, sino por su calidad como obra de arte.1​ Llegó a esta plaza en 1979.

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El Museo Nacional de Arte se encuentra ubicado en la calle de Tacuba número 8 en el centro histórico de la Ciudad de México, construido sobre el que fuera el Hospital de San Andrés, antiguo noviciado de la compañía de Jesús.


En los muros del Museo Nacional de Arte –munal–, desde su fundación en 1982, se conservan aquellas obras de arte involucradas en la conformación de nuestra historia, constituyendo así un espacio para la exhibición, investigación, conservación y divulgación del patrimonio heredado de aquellos anhelos artísticos del periodo virreinal, hasta los que aparecieron en la primera mitad del siglo xx.

El edificio que hoy ocupa el munal es uno de los ejemplos más evidentes de la arquitectura en tiempos del porfiriato erigido para albergar la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas –como representación de la estabilidad política y el bienestar económico en aquel entonces–. Pero adentrémonos más allá en sus orígenes.


Cimientos de orden y progreso

A inicios del siglo xx, después de una larga época de conflictos políticos y sociales, el general Porfirio Díaz soñaba con una capital moderna que pudiera estar a la altura de cualquier ciudad europea, por lo cual emprendió un complicado proceso de urbanización en el que su Secretaría sería responsable de ejecutar las obras y establecer las funciones de comunicación nacional que su nueva sociedad requeriría.

El terreno que se eligió para que él construyera el Palacio de Comunicaciones perteneció a un antiguo noviciado de La Compañía de Jesús. Con la expulsión de los jesuitas en 1767, el Ayuntamiento tomó control de la propiedad, y para aprovechar este espacio el gobierno convirtió el antiguo noviciado en el Hospital de San Andrés –lugar donde fueron embalsamados los restos de Maximiliano de Habsburgo antes de ser enviados a Europa.


El destino de este edificio se mantuvo en el olvido. A inicios de la década de los setenta éste se dispuso para albergar ahí el Archivo General de la Nación. En 1982, cuando lo trasladaron a la antigua cárcel de Lecumberri, la Secretaría de Gobernación cedió este recinto a la Secretaría de Educación Pública, con el propósito de que fuera un museo. Incluso se rescataron varias esculturas que estaban colocadas en la Alameda, y que sufrían de un notable deterioro, para preservarlas allí.


El lugar se convirtió en un lugar propicio para alojar obras artísticas del siglo xix.

Cuando por decreto presidencial se estableció que el Antiguo Palacio de Comunicaciones sería un museo, sus primeras exhibiciones tenían las obras de otras instituciones como el Museo de Arte Moderno y el Museo Nacional de San Carlos. Gran parte de su acervo exhibía piezas nacionales del siglo xix, momento histórico en el que a pesar haber producido obras clave de la construcción cultural de la identidad del mexicano, no tenían un lugar para mostrarlas.


En 1999 un preciado tesoro llegó al acervo del museo. La colección de la Pinacoteca Virreinal de San Diego estaba formada por pinturas coloniales rescatadas de congregaciones hospitalarias y conventos, clausurados por las Leyes de Reforma. Estas piezas, las cuales algunas llegaron a la compilación durante la guerra de Independencia, convirtieron al Museo Nacional de Arte en la institución responsable de conservar y exhibir este repertorio de arte colonial, más importante a nivel nacional.

 
 
 

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